En un estudio instalado en la Ciudadela de la Cuarta Revolución (C4TA), en San Javier, una joven llena de sueños y amor por la música canta a todo pulmón frente a un micrófono una y otra vez durante toda la mañana. Junto a ella, tres productores escuchan, opinan, ajustan volúmenes y recomiendan cambios. A sus espaldas, en una pared roja se lee el logotipo de Medellín Music Lab y en una alfombra negra que contrarresta el eco de la sala se repite el emblema de un programa que está cambiando vidas.

Cleivis Reyes, o Clei como es su nombre artístico, llegó temprano con una idea de canción escrita en su cuaderno. Luego, los productores que le asignaron ayudaron a pulir cada frase, a elegir qué partes funcionaban mejor y qué sonidos podían hacerla más suya.

“Todos somos compositores de esta

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