Desde hace dos años, Pablo Posada Gil encontró en el baloncesto una forma de ser feliz y cumplir sus sueños. Ayudado por su madre, Eliana Gil Sierra, este niño que reside en Niquía viaja todos los días desde su casa hasta el Coliseo Iván de Bedout para practicar baloncesto en silla de ruedas.
Su pasión por este deporte es total. Por ello, a Pablo no le importa tener que esperar minutos, incluso horas, mientras llega el bus con plataforma para movilizarse. Después, pasa al metro y, con la ayuda de su progenitora, llega a su anhelada cita deportiva.
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Pablo nació con espina bífida (una afección que ocurre cuando la columna vertebral y la médula espinal no se forman adecuadamente), por lo que siempre se