La frase la pronunció una de las expertas durante la presentación del informe del Comité de Personas Expertas sobre el Monumento de los Caídos, esta semana en el Ayuntamiento de Pamplona. Y me he tomado la licencia de convertirla en el título de este artículo, porque resume a la perfección lo que está en juego: la capacidad de la arquitectura para contar –o silenciar– la historia de una ciudad.

Hay edificios que no solo ocupan espacio: ocupan sentido. Y durante demasiado tiempo, el Monumento de los Caídos ha irradiado el suyo. Fue concebido –como lo hacían los fascismos del siglo XX– para imponer, para glorificar a los perpetradores, para convertir la piedra en propaganda. Durante décadas, este edificio ha sido un símbolo radioactivo en el corazón de una ciudad que mira hacia la convivenc

See Full Page