A principios de los años 30, antes de que empezaran a sonar los primeros tambores de guerra, en este país nuestro se pensó en hacer un arte que ponía los ojos en el mundo, aunque el corazón permanecía aquí. Eso es lo que hizo la conocida como Escuela de Vallecas, todavía objeto de controversia entre académicos y gente sabia que no quieren darle la validez que se merece. Pero el hecho innegable es que Alberto Sánchez y Benjamín Palencia, con el respaldo de nombres como Maruja Mallo, Rafael Alberti o Federico García Lorca, desde Cerro Almodóvar , buscaron reinventar el arte buscando que lo local fuera universal.
En estos días la Galeria Marc Domènech de Barcelona revive el alma de aquella propuesta, aunque llevándola a nuestros días, un hecho que parte del diálogo plástico que se crea en