El amanecer del martes 14 de octubre convirtió al municipio de Calamar, en el Guaviare, en un infierno. Las calles tranquilas fueron sacudidas por una serie de explosiones simultáneas que estremecieron la tierra y el corazón de sus habitantes. Las disidencias de las Farc, al mando de alias Iván Mordisco, lanzaron un ataque coordinado contra tres objetivos: la casa del alcalde Farid Camilo Castaño, las instalaciones de la Policía y una base del Ejército Nacional. En cuestión de segundos, el aire se llenó de humo, vidrios rotos y gritos. Nadie entendía si era una guerra o el fin del mundo.

Las detonaciones, que duraron menos de diez minutos, fueron tan violentas que rompieron ventanas, levantaron nubes de polvo y desataron un pánico colectivo. Las personas corrían sin rumbo, buscando refu

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