En los años setenta, cuando se popularizó el uso de las calculadoras de bolsillo, muchos profesores de matemáticas protestaron alegando que su uso iba a perjudicar a los alumnos porque iba a mermar su capacidad de aprender. Décadas después sabemos que esto no ha sido así y usamos la calculadora con absoluta normalidad tanto en escuelas como en la vida diaria. Si han seguido alguno de los múltiples y recientes debates sobre la implantación de la inteligencia artificial, habrán leído ya este símil. Y habrán leído también que integraremos la inteligencia artificial, al igual que hicimos con las calculadoras. No lo dudo, pero, si les parece, reflexionemos juntos sobre el tema.
Los cambios, así como el miedo a sus consecuencias, son inherentes a la condición humana. Recordemos a los luditas, a