No encuentras una mata de coca en los valles y laderas. Ni de marihuana. Solo cafetales, frutales y alguna que otra res pastando. A los labriegos de esos lares nunca les llegará un subsidio estatal ni sus trochas figurarán en ningún programa prioritario para placa huellas o mejorar puestos de salud. En La Plata, Huila, no saben de zanahorias, solo de palos. Ser recto, legal, una despensa agrícola, no cultivar coca ni ser un nido tradicional de criminales, no es motivo de recompensa en este país.

Hasta hace dos años, era un municipio tranquilo, cuna de un legado musical que los enorgullece, de clima templado y paisajes verdes. Pero les invadió la plaga maldita bautizada Farc, heredera de la banda terrorista fundada por un asesino de alias Tirofijo, y cada día carcome más terreno. Si no apl

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