Mi pulso desde el arte es ampliar un poco más la mirada del mundo sobre la maternidad. No sobre el cliché de la pureza y el amor incondicional, sino sobre la fisura. La violencia en las salas de parto, la soledad insondable y los malabares imposibles. “Obra Madre” no es un disco; es el registro de una guerra íntima . Una cicatriz que se hizo canción para recordarnos que debajo del mito existe una verdad incómoda que pide ser nombrada, pero también una ternura feroz forjada en la batalla. “Obra Madre” empezó a escribirse meses antes de gestar a mi hijo, cuando volví a Buenos Aires tras quince años en Valencia. Fue entre sus dos y tres años que las canciones empezaron a ordenarse en mi cabeza, y a separarse en capítulos de una misma historia. Supe que no sería un disco más, sino algo más g
Una verdad incómoda que pide ser nombrada y cantada

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