En Abasto, un taller se transforma cada día en un pequeño zoológico de creatividad. Allí, entre pinceles, moldes, resina y fibra de vidrio, el artista plástico y escultor de animales, David Gigli, convierte su pasión en figuras que parecen cobrar vida. Su emprendimiento, reúne en un mismo espacio animales salvajes actuales y especies extintas que solo podemos imaginar.

“Hago esculturas hechas a mano en fibra de vidrio y tratamos de fomentar este tipo de trabajo”, cuenta Gigli, mientras el olor a pintura fresca invade el aire. En su mesa de trabajo descansan bocetos, piezas a medio modelar y herramientas que muestran las huellas de cientos de horas dedicadas al detalle.

Desde pequeño, David sintió que su vocación estaba marcada. “Desde el jardín me encantaba dibujar. Hacía retratos, maque

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