Desde hace más de 14 años, los campeonatos de México en la Copa Mundial Sub-17 (Perú 2005 y México 2011) abren preguntas acerca de la estructura de fuerzas básicas, los problemas de formación en los clubes del incremento en el número de extranjeros por cada mercado de transferencias. De las finales contra Brasil y Uruguay, menos de la mitad de los 42 jugadores que las ganaron pudieron mantenerse en el circuito profesional. Otros coleccionaron sólo recuerdos, se retiraron, participaron en reality shows de televisión, enfrentaron lesiones, carencias económicas y dedicaron sus últimos años a jugar en torneos amateur a cambio de una remuneración.

En la generación que dirige Carlos Cariño, los seleccionados más grandes tenían tres años cuando Antonio Briseño y Giovani Casillas marcaron los gol

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