Nadie, en principio, termina en la cárcel por gusto, porque nadie, se supone, quiere quedar privado de libertad. Pero como en casi todo en la vida hay excepciones , como pueden atestiguar en Guadalupe, territorio francés de ultramar situado en el Caribe.
Allí un abuelo hizo todo lo posible para acabar en prisión. No es que buscara un último recurso para tener un techo y comida, sino que su intención era puramente solidaria, incluso conmovedora . El hombre, de 69 años, solía visitar la cárcel para ver a su nieto, que se encuentra preso, y en uno de sus encuentros comprobó que había sido agredido por otros reclusos, que le habían roto un diente. Así que no se le ocurrió otra cosa que intentar terminar él también en el centro penitenciario para poder proteger o al me