Aunque el refrán anglosajón aconseja que, si no tienes nada bueno que decir de alguien, lo mejor es que no digas nada, especialmente si se trata de un difunto, lo cierto es que hay muertos y muertos, y algunos son de traca, hasta el punto de que, cuando se despiden de este mundo cruel, resulta difícil mantenerse callado. Es el caso del atrabiliario abogado español Emilio Rodríguez Menéndez (Madrid, 1950 – 2025), personaje bigger than life (aunque tal vez no en el sentido habitual de esta expresión angloparlante) que nos dejó súbitamente este viernes tras una vida escindida entre el escándalo permanente y las actividades más chuscas posibles.
Nuestro amigo Emilio fue lo que viene siendo un abogado mediático. Tanto por los casos de los que se hacía cargo como por su tendencia al espectácu