Sintonizo con esa mayoría de españoles –entre el 57% y el 82%, según los sondeos– que consideran un genocidio lo ocurrido en Gaza. Mi simpatía está, pues, con la diezmada población palestina (y no con Hamas). Mi censura va para el Gobierno israelí de Netanyahu, tan desalmado y cruel.
Pero no creo que mantener en España la convocatoria de huelga del miércoles contra el genocidio en Palestina tuviera sentido tras la firma de la paz y el alto el fuego. Por más frágil que sea esa paz, urdida por un Trump encaprichado con el Nobel, y por más probable que sea que las hostilidades –ojalá me equivoque– rebroten.
El trabajo es castigo divino, dicen, pero sostiene la vida propia y la colectiva
El sector económico español hubiera considerado más sensato desconvocar la huelga tras el acuerdo de paz