Ciudad de México . Cómo entender el clásico Cruz Azul-América si no es con dos aficiones que sienten tanta rivalidad, enfrentadas por odios, cábalas y rencores, capaces de mover un estadio desde adentro, porque se trata de un partido que no vale sólo tres puntos, sino también aventurarse a las burlas del día siguiente. La Máquina supo jugar con ese doble peligro. Ganó con la jerarquía que se le exige en los grandes escenarios, compitió, vino de atrás y se impuso al América 2-1 en un estadio Olímpico en el que retumbó el “¡Azul, Azul!”.
Durante el festejo, ya nadie se acordó de la lluvia y el tráfico de horas antes. Los azules invadieron, arreciaron, lo ocuparon todo. Se mostraron dispuestos a responder cualquier afrenta de su rival. Porque así como un equipo ha sido ganador en la Liga,