No alcanzó con la alfombra roja que el personal de protocolo del gobierno de los Estados Unidos le tendió el lunes a Javier Milei en el ingreso a la Blair House, la mítica residencia para los huéspedes de honor que fue adquirida en 1942 por la administración de Franklin Roosevelt después de las reiteradas visitas de Winston Churchill. Tampoco bastó el encuentro del martes con Donald Trump en la Casa Blanca ni con la inédita compra de pesos que volvió a hacer el Tesoro norteamericano para que no se disparara la cotización del dólar. Milei atraviesa días de estrés y nerviosismo político. Son escasos sus tiempos de paz y de reflexión aguda. Su habitual ansiedad se ha trasladado al seno del Gobierno y entorpece la campaña electoral y el ejercicio cotidiano del poder. Uno de los integrantes d

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