Trabajo muchas horas frente al ordenador y sé de primera mano lo que supone pasar el día entero sentada. Por eso me apetecía probar cómo cambia la experiencia cuando usas mobiliario diseñado para cuidarte. Y he descubierto que estar delante de una pantalla no tiene por qué ser sinónimo de dolor de espalda o de cuello. Aunque (sorpresa) no todo depende de la tecnología o los agentes externos: el cambio tiene que empezar por ti y lo principal es adoptar lo que en el ámbito de la salud y la prevención llaman una buena higiene postural.
Eso sí, la tecnología no lo es todo, pero ayuda. En los últimos años, el auge del teletrabajo y la conciencia sobre la ergonomía han impulsado una nueva generación de muebles inteligentes, diseñados para adaptarse a nuestras necesidades y no al revés.
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