Lo cierto es que nadie recuerda cuál era el objetivo que tenía el movilero cuando salió a la calle y claramente es poco importante.
En tan solo unos minutos tuvieron a dos hombres, que casi se van a las manos, discutiendo sobre si lo que comía uno de ellos era un choripan o un paty, después una señora que hablaba con su marido, un transeúnte que denuncia haber sido estafado por un colectivero y para terminar un hombre que se mostraba feliz porque su padre había muerto en el trabajo y evidentemente él había heredado algo ya que mostraba orgulloso un fajo de billetes.
Y todo esto sucedió en el mismo móvil y con diferencia de algunos minutos como sólo Crónica lo puede hacer.