Una negligencia médica dejó a Susana postrada en una cama hace cinco años, sin apenas movilidad, a lo que se unió, además, la pérdida total de visión de un ojo. Desde entonces, la vida de esta chicharrera de 39 años , madre de un joven de 19, cambió radicalmente, lo que la llevó a las puertas de una depresión que la arrastró casi al borde del suicidio.

Tras acudir a rehabilitación, Susana comenzó poco a poco a desplazarse por su casa en silla de ruedas, aunque su “cárcel en vida” se acrecentó cuando las barreras arquitectónicas del propio edificio en el que reside, ubicado en la calle San Vicente Ferrer del barrio de El Toscal , junto a las de la citada vía, le hicieron casi imposible salir de su casa.

Tras largos años tocando en la puerta de organismos públicos y de pedir ayuda

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