Viajar hasta el otro lado del mundo en un solo tramo puede parecer una proeza moderna, pero los vuelos de más de 18 horas representan un verdadero desafío fisiológico . La posibilidad de cruzar océanos sin escalas ha cambiado la experiencia de viajar, aunque también pone a prueba la capacidad de adaptación del cuerpo humano.

Sequedad extrema: el primer enemigo invisible

Uno de los efectos más inmediatos de los vuelos largos es la sequedad corporal . Michael J. Manyak, médico especializado en urología y medicina de expedición, explicó a National Geographic que alrededor de la mitad del aire que circula dentro de la cabina proviene del exterior a altitudes donde la humedad es extremadamente baja.

Esta condición provoca resequedad en ojos , nariz y boca y puede agravar

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