Pensar que la transición energética depende solo de la instalación de fuentes no convencionales de energía renovables a cualquier red eléctrica, es quedarse solo con una parte de la complejidad que hay en este proceso de transformación.

En ese sentido, la transición energética se trata de una revolución cultural que demanda cambios tanto tecnológicos como de comportamiento social. Esto, a su vez, implica empezar a concebir la transición energética realmente como una filosofía de transformación de los hábitos de consumo que se tienen en la cotidianidad y la forma en la que usamos energía.

Además, uno de los principales mitos existentes es pensar que hablar de energía es solo hablar de electricidad; pues, mientras la electricidad representa aproximadamente un 20-30% del consumo energético

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