La canonización de los beatos José Gregorio Hernández, y de la Madre Carmen Rendiles, nos debe llenar de alegría y de un sano orgullo, al palpar lo que somos capaces de hacer y de ser los venezolanos. Pero, sobre todo, su canonización tan esperada y celebrada por el pueblo venezolano y por millones de devotos en el mundo, debe ser una gran oportunidad no solo para conocer y admirar sus vidas, sino para imitar sus valores, para considerarlos modelos a seguir, para hacer que sus virtudes vayan moldeando nuestras vidas y sean el cimiento para la reconstrucción profunda de Venezuela sobre los valores que ellos practicaron con valor y los han hecho merecedores no sólo de la admiración y el cariño del pueblo venezolano, sino de su ascenso a los altares.
Entre ellos, el respeto a todos, la respo