Que levante la mano el que no tenga un cocinero favorito. Pero no me refiero a aquellos que salen en los concursos de la tele, sino a esos que te recuerdan a tu tierra o a ese lugar donde fuiste feliz con un plato en la mesa. Ayer se celebró el Día Internacional del Cocinero y es un buen momento para rendir homenaje a esa profesión que se pone al servicio de los fogones para transmitir su sabiduría. Un colectivo que ha pasado a convertirse en contadores de historias a través de la cocina y en auténticos transmisores de la cultura y el arte.

Madrid, siempre dispuesta a abrir los brazos, se ha convertido en el escenario perfecto para que muchos cocineros ejerzan de representantes oficiosos –y apasionados– de su tierra. Algunas cocinas de la capital son verdaderas embajadas sin bandera don

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