El reciente robo en el museo del Luvre ha hecho que giremos la cabeza casi de inmediato hacia algunas de las ficciones de atracos más famosas del cine. El robo de nueve piezas pertenecientes a la colección de Napoleón y la emperatriz Eugenia de Montijo en apenas diez minutos nos ha recordado algunas de las mayores proezas llevadas a cabo por los ladrones de guante blanco del séptimo arte.

Siete encapuchados, perfectamente coordinados y ataviados con ropa de obreros, entraron y salieron del museo sin que nadie lo advirtiera. Entre las joyas sustraídas estaba la corona de la emperatriz, una pieza con más de 1.500 diamantes y 56 esmeraldas, valorada en millones de euros. Parte del botín ha sido hallado en una moto abandonada, con daños visibles.

Ejecutado con una precisión casi quirúrgica,

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