En los laboratorios de los colegios , entre tubos de ensayo, calculadoras y cuadernos rayados, comenzaron las pruebas. Primero locales, luego nacionales. En ese trayecto, María del Mar y Efraín aprendieron que la ciencia también se mide en horas de práctica, en fórmulas que no dan a la primera y en el vértigo de competir contra el propio miedo. Desde Medellín hasta Bogotá , fueron superando filtros hasta que un correo oficial confirmó lo impensado: harían parte de la delegación colombiana en la Olimpiada Internacional de Ciencias Juveniles, el certamen más importante del mundo para jóvenes menores de 15 años .
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“Primero tuvimos una prueba teórica y otra experi