Los vuelos espaciales están envueltos por cierta ensoñación y misterio. Desde las fantasías de Julio Verne hasta la realidad de las misiones Apollo y los renovados proyectos para llegar a Marte, la conquista del espacio sigue funcionando como un imán.
Sobre todo, en los años 60, cuando el hombre por fin llegó a la Luna, la imagen del astronauta ha sido comparada con la de un héroe moderno, capaz de soportar condiciones muy severas, en un ambiente donde faltan gravedad y oxígeno.
Sin embargo, la carrera espacial también es una historia de accidentes y catástrofes. Tal vez, las más notorias, la explosión del transbordador Challenger y, años después, la desintegración de su nave gemela, el Columbia.
Desde sus comienzos, la fatalidad acompañó a esta historia de avances nunca imaginados.