La Casa Blanca amaneció convertida en un sitio de demolición. Excavadoras y montones de escombros sustituyeron el histórico muro del ala este, donde Donald Trump inició la construcción de un salón de baile de más de ocho mil metros cuadrados, capaz de albergar a mil invitados.

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El proyecto, valuado en más de 200 millones de dólares y financiado por donantes privados, representa la mayor remodelación del recinto presidencial en más de un siglo.

Mientras máquinas y obreros trabajaban entre polvo y cables, el magnate republicano se reunió al otro lado del edificio con un equipo universitario de béisbol. “Justo detrás de nosotros hay una construcción que pueden escuch

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