Alicia Fernández dice que sí, que recuerda el momento exacto en que decidió ser periodista deportiva. No fue una epifanía, sino una suma de escenas pequeñas pegadas en la memoria: la radio, el fútbol, el olor del pasto mojado, la voz de su padre .
Era los años sesenta. En Rosario, los tranvías todavía atravesaban la ciudad y marcaban el ritmo del barrio. Los hombres usaban gomina, los chicos soñaban con ser goleadores de Newell’s o Central y las mujeres empezaban a hablar bajito de cosas que antes no se decían : estudiar, trabajar, salir de la casa. El rock llegaba por las ondas radiales, los Beatles eran una novedad extranjera y en los bares del centro se discutía sobre Onganía, el peronismo prohibido y el futuro que parecía siempre aplazado.
Alicia iba a la cancha de Central Córdob