Un reciente hallazgo en neurociencia revela una conexión directa entre las emociones y la alimentación. Investigadores de la Universidad de Colonia en Alemania identificaron un circuito cerebral que ayuda a entender por qué, en situaciones de ansiedad, algunas personas pierden el apetito mientras otras desarrollan conductas compulsivas.

Más allá de la sensación de hambre o saciedad, este avance indica que el cerebro posee un mecanismo capaz de priorizar necesidades vitales frente al miedo , lo que abre la puerta a nuevas alternativas terapéuticas para trastornos complejos como la anorexia nerviosa .

El estudio, desarrollado a partir de experimentos en modelos animales y llevado a cabo en el hipotálamo lateral , una zona profunda del cerebro encargada de regular funciones esencial

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