(Tercera y última parte)

En México el gasto por medicamentos bajo patente supera al de cualquier otro país latinoamericano; no se trata de escasez de recursos, sino de la ausencia de una decisión política firme. El Estado mantiene una defensa casi inflexible de las patentes, pero deja que el mercado determine los precios. De ese modo nacen monopolios poderosos, pacientes marginados, hospitales públicos cada vez más vulnerables y precios en farmacias privadas hasta donde la imaginación de las farmacéuticas lo permita.

Esta inacción contrasta marcadamente con la práctica en Europa, India y varios países de la región. La lección es clara: regular no elimina la innovación; regular, en cambio, salva vidas. En los países nórdicos la regulación resulta aún más estricta. Noruega exige que los p

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