Las autoridades federales actuales han tomado la frase de “no somos represores” como norma para enfrentar todo tipo de expresión callejera de masas. El comportamiento de retroceder ante cualquier marcha, actuar con delicadeza y jamás recurrir a la violencia contra los desaguisados (por graves que sean) de los manifestantes, es perceptible en México desde que la 4T accedió al poder.
Esta forma de proceder de los gobernantes de Morena es, quizá, expresión de lo que Luis González de Alba llamaba “el síndrome de 68”, es decir, el patrón de conducta de no utilizar la fuerza ante grupos que protestan porque, en cualquier momento, esa protesta puede escalar y llegar a convertirse en una tormenta política, como ocurrió con el movimiento estudiantil de 1968.
Ese síndrome parece estar presente. Ap