La nueva carrera por conquistar la Luna tiene un actor inesperado: el reloj. La presión de la Casa Blanca sobre la NASA es cada vez mayor para que cumpla sus plazos, especialmente con China pisándole los talones tras anunciar su intención de alunizar en 2030. Un tropiezo estadounidense no solo sería un revés técnico, sino que se percibiría como un golpe al liderazgo geopolítico del país, convirtiendo el regreso al satélite en una cuestión de prestigio nacional .
En este contexto, el programa Artemis se ha convertido en el epicentro de todas las miradas. La misión Artemis 3, la primera que debe devolver astronautas a la superficie lunar en más de medio siglo, tiene una fecha límite marcada en rojo en el calendario: 2027. Sin embargo, la inquietud crece en el seno de la agencia espacial e