Durante años, el vinagre blanco y el bicarbonato de sodio fueron los aliados caseros más mencionados a la hora de limpiar superficies difíciles.
Ambos ingredientes se volvieron sinónimo de trucos de limpieza económicos y accesibles , usados para desinfectar, quitar manchas y hasta desodorizar.
En el caso de las canillas, donde el sarro y las manchas de agua dura se acumulan con facilidad, estas dos opciones suelen ser las primeras que se prueban. El vinagre ayuda a disolver residuos minerales y el bicarbonato aporta un efecto abrasivo suave que puede complementar la limpieza.
Sin embargo, no siempre logran los resultados esperados. En superficies delicadas, el bicarbonato puede dejar rayas finas, mientras que el vinagre, si se usa en exceso, puede dañar el acabado del metal. Por e