Otra vez sopa. Otra vez esa sensación de frustración que ya se volvió parte del paisaje. Instituto volvió a quedarse con las manos vacías lejos de Alta Córdoba. Esta vez fue en el bajo Flores, ante Riestra, en una de esas noches en las que el equipo de Daniel Oldrá volvió a dar un paso en falso. Perdió 1 a 0 y, más allá del resultado, volvió a quedar claro que sufre demasiado cuando sale de casa.

Lo más inquietante no es el marcador: es el cómo. Porque la Gloria completó los 90 minutos sin un solo tiro al arco. Ni uno. Ni una pelota que incomodara al arquero rival. El libreto fue el mismo que ya se había repetido en San Juan, frente a San Martín, o antes contra San Lorenzo: orden defensivo, sacrificio, pero cero peso ofensivo. Afuera de Córdoba, Instituto se apaga.

La pregunta que flota

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