Empezó a sonar un gran piano y se hizo el silencio que a Byung-Chul Han tanto le gusta. Sonó el aria de las 'Variaciones Goldberg' en las manos de la pianista Marta Espinós y más tarde entenderían los asistentes que ni la pieza ni Bach fueron elecciones casuales. Nada lo es en la vida de este filósofo que en la tarde del martes mantuvo su encuentro con el público en el Teatro Jovellanos.

Salía al escenario –diseñado por el gijonés Pablo Gisbert– el filósofo y escritor Eduardo Infante, quien de manera inocente mencionó como anécdota que el filósofo surcoreano había descubierto su amor por la disciplina leyendo a Heidegger, por quien dejaría su Seúl natal para mudarse a Alemania y estudiar, y más tarde doctorarse, en este campo que le valdría la fama y una larga trayectoria. Para su sorpr

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