Cuando el Amazonas era un territorio que parecía no pertenecerle y no importarle a nadie, a Leticia, su capital, llegó hace 70 años un gringo con alma de comerciante con un nombre difícil de pronunciar: Mike Tsalikis. Era agosto de 1953.

Nacido en Florida de una familia de inmigrantes griegos aterrizó en este pueblo de frontera en mitad de la selva donde los Misioneros Capuchinos eran casi que la única representación del Estado. Aun había una gran población indígena y los padres de origen italiano hacia su trabajo de catequización y docencia.

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El paisaje de árboles enormes, una naturaleza intacta en torno al rio Amazonas que parecía tragarse todo, era majestuoso. Fue ah

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