PROVOCAR PARA TENER PODER
Donald Trump ha convertido la provocación en una forma de poder. Su estrategia comunicativa —una práctica que hoy muchos analistas llaman trolling político — se basa en provocar, dividir y atraer atención a través de la exageración constante. En vez de gobernar con argumentos, gobierna con estímulos.
Durante años, esa táctica le permitió dominar la escena pública: cada palabra suya generaba reacción, y cada reacción ampliaba su visibilidad. En un ecosistema mediático saturado por las redes sociales, donde el escándalo produce más tráfico que la verdad, la controversia se volvió su método de control. Trump entendió que el ruido también es poder .
SE AUTODESTRUYE
Pero toda estrategia basada en el ruido es, a la vez, autodestructiva. La política del sobresa