Le comenté esta madrugada a mi amigo Federico Ruiz Tirado si él sabía que la CIA tenía nuevo nombre. Me dijo que lo agarré fuera de base, pues la inquietante pregunta lo apartó de súbito de una vigilia deslumbrante sobre su abuela materna, Gertrudis Villafañe, quien supo de un José Gregorio sobrenatural cuando vivía hace medio siglo en un cerro de La Silsa, un barrio de Catia, con su hijo mayor Manuel Tirado.
Le dije a Pedro: «La verdad es que no lo sé, ni me interesa mucho, porque : es la misma Central, no tiene un agente que la represente como el 007 al M16 de su majestad».
Pero sí sé que sus afiliados y miembros son más bien periodistas, muchos de ellos hijos de antiguos comunistas y guerrilleros, sacerdotes que participaron en el golpe del 11-A del 2002, columnistas de El Nacional, a