La inteligencia artificial ha generado preocupación por su enorme consumo de agua y energía. Pero los científicos también están experimentando con formas en que la IA puede ayudar a las personas y a las empresas a usar la energía de forma más eficiente y contaminar menos.

Los centros de datos necesarios para impulsar la IA representaron aproximadamente el 1,5 % del consumo eléctrico mundial el año pasado, y se prevé que el consumo energético de estas instalaciones se duplique con creces para 2030, según la Agencia Internacional de la Energía. Este aumento podría llevar a un mayor consumo de combustibles fósiles como el carbón y el gas, que liberan gases de efecto invernadero que contribuyen al aumento de las temperaturas, la subida del nivel del mar y los fenómenos met

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