El soterramiento de la A-5 se ha convertido en un dolor de cabeza para los vecinos. No solo es que los atascos sean la rutina de cada día o que las obras hayan obligado a desviar el trazado creando una suerte de Mario Kart donde los conductores tienen que esquivar curvas imprevistas, salidas inesperadas o la aparición de grúas y maquinaria pesada.

Los peatones también empiezan a mirar con horror cómo su vida se complica cada vez que tienen que cruzar de un lado a otro de la autovía. La promesa de poder atravesar la carretera por lo alto de la misma rodeado de un parque en lugar de oscuros y poco acogedores pasadizos está más cerca.

Pero, de momento, cruzar del barrio de Batán a Lucero o Aluche es poco menos que una quimera. Una en la que el Ayuntamiento de Madrid ha decidido inte

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