Centenares de miles de pasajeros llegan o parten cada día de la estación central de Frankfurt, el corazón financiero de Alemania. Son trabajadores de banca, comerciantes y turistas. Los que conocen la ciudad rodean algunas de las calles más cercanas al salir de la terminal. Los que no, se topan inmediatamente con decenas de personas con pipas y trozos de papel de aluminio que consumen crack en grupos en las aceras y soportales.

Sabine es una vecina de Bahnhofsviertel, el barrio de la estación . Mientras espera el tranvía junto a su bicicleta, cuenta a RTVE que es trabajadora social y dice que la policía "no da para más" para tratar de combatir el tráfico o evitar altercados entre los consumidores. "Voy con mi bici a todas partes porque me hace sentirme más segura", relata.

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