La amnistía de los independentistas catalanes se aprobó en mayo del año pasado. Esa ley fue pactada entre Pedro Sánchez y Carles Puigdemont, a cambio de los siete votos de Junts para que Sánchez fuese investido presidente del gobierno. Pero a estas alturas, casi un año y medio después, Puigdemont sigue fugado en Bélgica, porque el Tribunal Supremo considera que uno de los delitos de los que se acusa a Puigdemont, el de malversación, no es amnistiable. En algún momento, el Tribunal Constitucional decidirá si mantiene el mismo criterio que el Supremo, o si lo modifica.
Pero, además de eso, Puigdemont ha comprobado en los últimos meses que l os sondeos auguran una fuerte caída de su partido, debido a la subida de la ultraderechista e independentista Alianza Catalana. Y ahora, el prófugo