La renuncia de Gerardo Werthein confirmó lo que desde hacía semanas circulaba entre los despachos de la Casa Rosada y las embajadas extranjeras: la Cancillería se encontraba "paralizada" y el rumbo de la política exterior argentina, en redefinición . Casa Rosada, cuna del "giro diplomático" libertario, insistía en mantener dos pilares estratégicos —el alineamiento ideológico con Estados Unidos e Israel, y el hermetismo hacia la prensa—, pero las tensiones internas y la falta de conducción política precipitaron su salida.
La demora en designar un vicecanciller tras la renuncia de Eduardo Bustamante —último bastión de la gestión de Diana Mondino , eyectada tras el voto argentino a favor del embargo a Cuba en noviembre de 2024— fue una señal temprana de la "parálisis" que supuso la