Uno de los grandes males de estos tiempos que corren son los juicios de valor que particulares, medios y partidos políticos somos capaces de emitir o de exigir que emitan otros prácticamente nada más han tenido lugar –o hemos oído campanas– determinados hechos. Hay una especie de necesidad de tener que mostrar una postura de manera instantánea o de emitir un veredicto, por no hablar de, en el caso de medios y políticos, elevar a la categoría de realidad lo que pueden ser meras conjeturas o habladurías .
Por lo que se lleva celebrado hasta ahora de la comisión de investigación del Caso Belate no parece cuando menos sensato el run-run al que muchos y muchas se agarraron hace unos meses ni tampoco el casi dar por válidas cuestiones del calibre de que el presidente de la mesa había