En el Rancho El Carrizo, ubicado en Cañón Rosarito, el aroma del cempasúchil anuncia, año tras año, la cercanía del Día de Muertos, recordando la conexión entre quienes viven y quienes han partido.

Desde hace nueve años, este rancho se ha convertido en un destino para familias, fotógrafos y aficionados a las tradiciones mexicanas. Cada temporada, los campos se transforman en un mosaico naranja que atrae a cientos de visitantes que recorren los surcos y llevan consigo un pedacito de esta flor emblemática.

“La flor de cempasúchil es tradicional, bien mexicana”, comenta Jorge Luis Hinojo, encargado de los cultivos, mientras observa los surcos sembrados con sus propias manos.

En media hectárea de terreno, se producen miles de flores que no solo se venden en Rosarito, sino también en comunid

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