En otra vida, Pedro Sánchez perfectamente pudo haber sido anestesista. Dotes tiene. No erradica los problemas, pero sí neutraliza sus consecuencias. No sutura las heridas, pero consigue que, al menos, no duelan.
A base de encadenar enmiendas a su propia hemeroteca y de soportar escándalos de primer nivel, ha logrado narcotizar a la sociedad española. Primero una moción de censura con ERC y Bildu, por aquello de la corrupción de Mariano Rajoy. Luego, «la fiscalía de quién depende». Si le convienen, adelante con los indultos a los autores de un proceso ilegal de independencia. Y la amnistía, claro. Que quien fuera hombre para todo en el Gobierno y en Ferraz acaba investigado en el Tribunal Supremo por formar parte –presuntamente– de una trama corrupta con epicentro en el Ministerio de Trans