En un tiempo de incertidumbre, su figura ilumina la tarea universitaria como una forma concreta de esperanza: enseñar, investigar y servir no solo para el éxito individual, sino para la transformación colectiva

Hace exactamente dos décadas atrás, el 23 de octubre de 2005, Alberto Hurtado fue canonizado en Roma. Canonizar significa que la Iglesia declara modelos a mujeres y hombres que encierran un modo de proceder y una perspectiva de lo que significa ser cristiana o cristiano. Hace veinte años se declaró santo a un hombre, al que, si bien se le atribuyen milagros, fue particularmente distinguido por una pasión concreta: su lucha por la justicia social que ocurre en la conversión de cada persona, y en la conversión de la sociedad toda. Su figura, ayer como hoy, no pertenecía solo a la I

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