El Ejército de Estados Unidos ha puesto en marcha una carrera contrarreloj para cerrar una brecha tecnológica que considera crítica. En el corazón de esta iniciativa se encuentra una unidad militar experimental , la llamada «compañía de efectos lanzados» de la 25ª División de Infantería, cuya misión es desarrollar y probar con urgencia drones de ataque de largo alcance y bajo coste, una capacidad en la que admiten haberse quedado rezagados. Esta misión específica forma parte de un esfuerzo mucho mayor, ya que con miles de nuevos sistemas autónomos.

De hecho, el esfuerzo no es solo militar. Varias empresas del sector de la defensa, sobre todo las de menor tamaño, han comenzado a presentar sus propios prototipos para ofrecer una alternativa nacional a los sistemas que dominan los confli

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