Ramón Contreras contó por la 750 cómo pasó una noche de dolor y prácticamente sin poder dormir producto de una nueva jornada de represión brutal de la manifestación de jubilados en inmediaciones del Congreso.

Como cada miércoles, Ramón Contreras salió a la calle en defensa de lo que es justo: una jubilación digna , que le permita transitar sus días de descanso, después de años y años de trabajo, de la mejor manera. Caminaba tranquilo, pegado al cordón, al lado de la vereda. Daba vueltas a la plaza cuando cuatro policías lo increparon . No mediaron palabra. Lo agarraron y lo empujaron. Naturalmente, cayó “como un misil”, tal como él mismo lo describe. Quedó ahí, tendido en el piso, al resguardo de los demás manifestantes, que veían las primeras secuelas del golpe: su brazo quebrad

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