En la época de la posguerra española la comida escaceaba. No había carne, ni huevos, ni productos de primera necesidad. Todo se conseguía con cartillas de racionamiento y en cantidades mínimas. No obstante, algo que sí había era ingenio.

En medio de la escasez, la falta de ingredientes y el hambre, se comía lo que hubiera. Se intentaba imitar el sabor como se podía, engañando al gusto y a la vista. Pasaba con el café , que se hacía con raíz tostada y molida de la planta Cichorium intybus, y también con la tortilla , donde se llegó a usar un ingrediente que hoy nadie imaginaría: la cáscara blanca de la naranja .

Esta era la tortilla que en la posguerra servía para sobrevivir, y hoy nadie haría

Durante la posguerra conseguir huevos era casi imposible . Eran caros, escasos y fuera del alcance de la mayoría. La solución fue ingeniárselas con lo que se tenía. Ignacio Domènech, en su libro Cocina de recursos, documentó una receta que resumía esa situación: la tortilla sin huevo, hecha con cáscara de naranja y una mezcla básica de harina, agua y sal.

La parte blanca de la cáscara (el albedo) se rallaba o cortaba fino, se hervía durante horas para quitarle el amargor, y se freía con un poco de cebolla si había suerte. Después se mezclaba con una masa líquida hecha de harina, sal, unas gotas de aceite y agua. Con eso se hacía la «tortilla», que recordaba de lejos a la original, pero que servía para llenar el estómago .

Si bien hay recetas de aquella época que han perdurado, como las migas o ciertos guisos de legumbres, la realidad es que esta tortilla con cáscara de naranja no ha corrido la misma suerte. No sólo exige bastante esfuerzo y tiempo para prepararla, sino que tampoco destaca en sabor ni en valor nutritivo.

Cómo se hacía la tortilla de posguerra con cáscara de naranja

La receta era simple y se adaptaba a lo poco que hubiera en casa. Cambiaban cosas según la zona, pero la base era siempre la misma.

Ingredientes (versión casera):

  • Cáscara blanca de naranja (rallada o hervida).
  • Harina.
  • Agua.
  • Sal.
  • Bicarbonato (si había).
  • Un diente de ajo (opcional).
  • Cebolla.
  • Aceite.

Preparación:

  • Se hervía la cáscara durante unas 2 o 3 horas para suavizar el sabor.
  • Se mezclaba la harina con agua, sal y un poco de bicarbonato hasta obtener una masa ligera, similar al huevo batido.
  • Se freía la cáscara con cebolla, como si fuera patata.
  • Se añadía la mezcla de harina y se cuajaba todo en la sartén como una tortilla normal.
  • Si había pimentón o cúrcuma, se usaban para darle color. Lo importante era que pareciera una tortilla, aunque no lo fuera.

Hoy sería impensable mezclar naranja con cebolla para hacer una tortilla , pero en ese tiempo era lo que tocaba. No por gusto, sino por necesidad. Y esa necesidad obligó a inventar recetas que, aunque hoy se vean como rarezas, en su momento significaron comer o no comer.

Y, de cierta manera, también recordar aquellos tiempos en los que nadie imaginaba que comer algo tan básico como una tortilla llegaría a ser un lujo.