Por Luis Enrique Santana (UAI) y Magdalena Claro (CEPPE UC)

En Chile, la responsabilidad del bienestar digital de niños, niñas y adolescentes ha recaído casi exclusivamente en familias y escuelas . Se espera que padres, madres y docentes sean expertos en ciberseguridad, comprendan complejos términos y condiciones, y anticipen conductas maliciosas en un entorno digital que evoluciona vertiginosamente. Esta expectativa, además de irreal, impone una carga desproporcionada a quienes no cuentan con las herramientas ni el respaldo necesario.

La protección digital debe ser una responsabilidad compartida. Empresas y Estado deben garantizar que los servicios digitales se diseñen con privacidad, protección de datos y seguridad por defecto . Iniciativas como el Age-Appropriate Design Code del R

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